Entre las personalidades más relevantes del Espiritismo, sin duda destaca
en lugar prominente el nombre del médico francés: Gustavo
Geley, quien compartió su amor por la medicina con su pasión por el
estudio de los fenómenos psíquicos llegando a convertirse en el mayor
impulsor de los estudios metapsíquicos (hoy,
parapsicológicos) en su tiempo.
Nació el 13 de abril de 1868 en Montceau-les-Mines. Poco
después de adquirir su grado de doctor en medicina en la Facultad de Lyon, se
estableció en Annecy donde conquistó merecida fama, siendo considerado el
mejor clínico de la región. Como interno en los hospitales de Lyon se
distinguió igualmente de manera notable. A pesar de ello, su gran amor por
el estudio de los fenómenos psíquicos lo llevó, años después, a dejar la
actividad médica y a consagrarse a la investigación metapsíquica. Ya desde
1895 era miembro activo de la Sociedad de Estudios Psíquicos de Ginebra.
Desde muy joven comenzó a publicar sus libros. En 1897, apareció su
primera obra: "Ensayo de revista general y de interpretación
sintética del Espiritismo", un trabajo de introducción a
la doctrina espírita, en el cual ya muestra su inclinación por el
racionalismo y el librepensamiento. Dos años después publica: "El
ser subconsciente" con el subtítulo de "Síntesis
explicativa de los fenómenos oscuros de la psicología normal y
anormal", reiterando sus conclusiones sobre la presencia en el
ser vivo de un principio psíquico, independiente del cuerpo, preexistente y
sobreviviente al mismo y que evoluciona a través de múltiples existencias.
A comienzos de siglo dictó una serie de conferencias en la Universidad de
Annecy, en la que se desempeñaba como docente, y que fueron recogidas en un
volumen bajo el título de "Las pruebas del transformismo
y las enseñanzas de la doctrina evolucionista". Aquí,
Geley argumenta magistralmente en favor de un evolucionismo
espiritualista, que reconozca el proceso de transformaciones
sucesivas que se da en todos los seres vivos, tanto en su trama fisiológica
como en su esencia espiritual.
En 1913, una revista italiana, "Filosofía delta
Scienza", dirigida por el Dr. Innocenzo Calderone, de Palermo,
publicó los resultados de una encuesta mundial sobre la reencarnación en la
cual fue consultado Geley. Su respuesta constituyó una magnífica exposición
en favor de la tesis de las vidas múltiples, respaldada con sólidos
argumentos.
"Soy reencarnacionista -dice- y lo soy por tres razones. Porque
la doctrina palingenésica me parece: 1) desde el punto de
vista moral, plenamente satisfactoria. 2) desde el punto de vista
filosófico, absolutamente racional, y 3) desde el punto de vista científico,
verosímil y, mejor aún, probablemente verdadera".
A comienzos de 1919, y por iniciativa de Charles Richet, destacado hombre de
ciencia y Premio Nobel de Medicina, se fundó en París el Instituto
Metapsíquico Internacional. Geley fue nombrado Director y ocupó el cargo
hasta su fallecimiento. También dirigió la "Revue
Métapsychique" durante esos años. En la dirección del I.M.I.
realizó personalmente investigaciones sobre telepatía, clarividencia y
ectoplasmia, trabajando con los más renombrados médiums europeos de efectos
físicos (Franek Kluski, Jean Guzic, Eva Garriere) y con destacados clarividentes
(Pascal Forthuny, Stephan Ossowiecki).
Fue en aquel mismo año, 1919, cuando Geley publicó su obra cumbre: "Del
Inconsciente al Consciente", en la cual ofrece una formidable
síntesis filosófica y científica, en torno del Ser, la Vida y el Universo.
Un libro cuya vigencia se acrecienta con el tiempo y que se ha constituido
en una referencia obligatoria para todo estudioso del tema. En 1924,
apareció "La ectoplasmia y la clarividencia", en
el cual expuso los resultados de las sesiones realizadas con aquellos
médiums, y mostró impresionantes fotografías de materializaciones parciales
o totales, revelando sus diseños experimentales y los severos mecanismos de
control que creó para prevenir o detectar cualquier posible fraude.
En julio de 1924 se encontraba Geley en Polonia, estudiando y experimentando
con varios médiums. El día 14, cuando Francia celebraba su
fiesta nacional, ocurrió su trágica desencarnación cuando
el pequeño avión se precipitó a tierra falleciendo instantáneamente el
ilustre sabio y el piloto. Una pérdida irreparable para el Espiritismo, la
Metapsíquica y la Ciencia.