GABRIEL DELANNE



Gabriel Delanne

Nacimiento: 23 de marzo de 1857, en París (Francia)

Muerte: 15 de febrero de 1926.

Nacionalidad: Francés

Franixiis Mane Gabriel Delanne nació en París el 23 de marzo de 1857, pocos días antes de la aparición de «El Libro de los Espíritus». Su padre, Alexandre De­lanne y su madre, Marie Alexandrine Didelot, estuvieron entre los pri­meros que abrazaron la naciente doctrina espi­ritista, codificada por Allan Kardec, de quien fueron los grandes ami­gos. En su domicilio funcionaba un pequeño grupo espírita, actuando ella como médium escribiente. Tal fue el ambiente espiritista en que nació y creció quien llegaría a ser uno de los más destacados repre­sentantes del Espiritismo, especialmente en su faz científica. Kardec visitaba regularmente a la familia Delanne y se complacía en llevar juguetes para el pequeño Gabriel y en sentarlo en sus rodi­llas mientras conversaba con sus padres. Gabriel contaba doce años cuando el Codificador desencarnó, el 31 de marzo de 1869. Toda su vida conservaría filialmente el recuerdo de ese hombre especial, que le guió en su trabajo escolar y que tanto influyó en la configuración de su personalidad.
Inicialmente fue alumno del colegio del Cluny y después, con su hermano Emest cursó en el colegio de Gray. Luego realizó estudios superiores en la Escuela Central de Artes y Manufacturas. Trabajó hasta 1892 como ingeniero en la Compañía de Electricidad, compar­tiendo el tiempo entre su trabajo y la actividad espírita. En ese año tomó la representación de una casa de comercio y viajó por toda Francia, aprovechando sus desplazamientos, siguiendo el ejemplo de su padre, para hacer intensa propaganda en favor del Espiritismo.
Infelizmente, Gabriel Delanne no tuvo buena salud. En el curso de los años su condición física se fue agravando. En 1906, la parálisis de sus piernas le obliga a sostenerse sobre dos bastones. Ya para 1914, al inicio de la primera guerra mundial, se movilizaba en silla de ruedas y estaba completamente ciego. Aun así nunca abandonó sus tareas como conferencista y escritor.
En 1883 apareció su primer libro «El Espiritismo ante la Ciencia», que marcaría la tónica de las que seguirían después, dando así plena vigencia al pensamiento de Kardec: «El verdadero carácter del Espi­ritismo es el de una ciencia y no el de una religión». En 1896, se publicó «El fenómeno espírita». En ese mismo año fundó «La Revue Scientifique et morale du Spiritisme», la cual conquistó una alto pres­tigio en los medios espíritas, metapsiquistas y culturales europeos y que digirió hasta su fallecimiento. Un año después se publicó su tercer libro: «La evolución anímica», una obra magistral acerca de la evolución de las especies y la evolución reencarnatoria del espíritu, con un notable estudio acerca de las funciones del periespíritu. En 1899 aparece su cuarta obra «El alma es inmortal» y un año des­pués «Investigaciones sobre la mediumnidad», que se constituyó en un texto de obligada consulta por todos quienes desean conocer la naturaleza del fenómeno mediúmnico, y su diferenciación con res­pecto a los disturbios psicopatológicos, los hechos anímicos y los fraudes. Sus dos últimos libros fueron: «Apariciones materializadas de vivos y muertos»(1909) y «La reencarnación» 1924).
Delanne fue presidente de la Sociedad Francesa de Estudios Psíquicos y de la Unión Espírita Francesa, instituciones que lograron reconocimiento y prestigio gracias a su intensa actividad como expositor y conductor de trabajos científicos. Participó en varios Congresos espiritistas internacionales (Bruselas, 1884; Londres, 1898; Par = 1900) en los cuales defendió las tesis reencarnacionistas y espíritas con toda la fuerza de su talento y con el respaldo de su trabajo como investigador y experimentador. Los metapsiquistas de su tiempo así como los parapsicólogos posteriores reconocen en Delanne, inde­pendientemente de aceptar o no sus conceptos espíritas, a uno de los más insignes cultores de las ciencias psíquicas.
Desencarnó el 15de febrero de 1926. El acto fúnebre fue comple­tamente civil y laico. Su cuerpo fue incinerado y la urna con sus cenizas fue colocada en el panteón familiar, en el cementerio de Pére Lachaise, muy cerca del dolmen de Allan kardec. En la nota de prensa que invitaba al acto de despedida en el cementerio, se puede leer: «Bien que este entierro sea civil, el difunto recuerda su creencia en la existencia de Dios, en la inmortalidad del alma, en la reencarnación en todo lo que ha afirmado en sus escritos y en la comunicación ente los vivos y los muertos».
Si el Espiritismo tuvo en Kardec a su codificador y en León Denis a su filósofo más profundo, encontró en Delanne a su más alto repre­sentante científico.