DAVID GROSSVATER



Nacimiento: 16 de octubre de octubre de 1911, en Cracovia (Polonia).
Muerte: 18 de mayo de 1974, en Maracay (Venezuela).
Nacionalidad: Polaco 

Ha sido uno de los más conocidos y activos líderes que hayan militado enlas filas delEspiritismo venezolano.
Nacido en el seno de una familia judía, en Cracovia (Polonia) el 16 de octubre de 1911, vivió en Brasil entre los 11 y los 24 años, llegó a Venezuela, tras una larga y penosa travesía, y se estableció en la ciudad de Barquisimeto. Allí contrajo matrimonio con la enfermera larense, Doña Blanca Gallardo. A partir de 1941 se residenció en Maracay, la ciudad donde permanecería definitivamente hasta su desencarnación, ocurrida el 18 de mayo de 1974.
Conoció la doctrina espírita en Porto Alegre, Brasil en el Centro Espírita "Días da cruz". En Venezuela se identificó por muchos años con el pensa­miento de Joaquín Trincado, y llegó a ocupar un lugar significativo dentro de la Escuela Magnético Espiritual de la Comuna Universal, institución fundada por el filósofo español.
Fundó y dirigió la revista "El Espiritista", que circuló entre 1944 y 1948, como órgano de la Cátedra Simón Bolívar de la ciudad de Maracay.
Desavenencias de orden doctrinario; e institucional le lle­varon a buscar otros derroteros para la canalización de sus inquietudes. En mayo de 1958 fundó, en compañía de un am­plio grupo de espiritistas de Maracay y otras ciudades vene­zolanas, un movimiento que inicialmente se denominó Centro de Investigaciones Metapsíquicas y Afines (C.I.M.A) y que luego, a partir de 1980, pasó a denominarse Movimiento de Cultura Espirita CIMA.
En varias ocasiones viajó al exterior con el propósito de divulgar el Espiritismo y explicar sus propios puntos de vista. Estuvo en Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Argentina, Uruguay, Brasil y México; países en los cuales despertó simpatías e inquietudes.
En abril de 1960 participó en la Primera Asamblea Espírita Venezolana, que se celebró en Maracaibo, y de la cual se de­rivó la fundación de la Federación Espírita Venezolana. Con­secuentemente asistió a todas las Asambleas espíritas na­cionales, siempre haciéndose oír con su visión laica, evolucionista y progresista.
David cumplió una excelen­te labor en la divulgación de los libros espíritas. Tradujo del por­tugués y publicó, algunas obras psicografiadas por el rnédium brasileño Francisco Cándido Xavier, como "Mecanismos de la mediumnidad", "En torno de la mediumnidad" y "Evolución en dos mundos", y el libro "La Grande Síntesis" de Pietro Ubaldi. Con el título de "Razo­namientos Espiritistas", reunió en un volumen, una amplia se­lección de textos extraídos de diversos autores espiritistas y librepensadores.
Su pensamiento está conte­nido en tres obras que escribió: "Por los fueros de espíritu"; "Psicología del espíritu" y "Es­piritismo laico", sin contar de­cenas de artículos que apare­cieron en revistas espíritas de Hispanoamérica.
Su preocupación mayor fue la divulgación de los postula­dos básicos de la doctrina espírita, encuadrados en su tri­ple aspecto científico, filosófi­co y moral. Combatió con fuer­za a los charlatanes y vividores que emplean indebidamente el nombre del Espiritismo para lucrar con la explotación de presuntos o reales facultades psí­quicas. Se oponía a que se considerase al Espiritismo como una secta o una religión. Mostraba su profundo respeto por Kardec y demás autores espiritistas básicos, pero se oponía a su endiosamiento o a que se consideraran sus planteamien­tos como verdades absolutas o definitivas. Proclamaba la li­bertad de pensamiento y de crítica, como un derecho inaliena­ble, del cual los espiritistas, con mayor razón, debían hacer uso cuando estudiaban la doctrina.
David Grossvater fue un hombre bueno, noble, honesto, ge­neroso, solidario, y quienes tuvimos el honor de conocerle y disfrutar de su cercana amistad, damos constancia de ello.
A más de cuatro décadas de su partida al mundo espiritual, le re­cordamos con inmenso afecto y gratitud, y con estas palabras rendimos homenaje a todos aquellos, quienes como él, dedi­caron sus vidas a la tarea fundamental de colocar al Espiritis­mo como una extraordinaria fuerza impulsora del progreso moral y social de la humanidad.