El nombre de AMALIA DOMINGO SOLER tiene la significación de una
bandera para el Espiritismo en todo el mundo, por haberlo enaltecido y
difundido con admirable profundidad y belleza. La modesta hija de Andalucía,
de una vida dolorosa que pusiera a prueba el temple de su alma, devolvió con
creces esa luz que el Espiritismo encendiera en su cerebro y en su
corazón, y venciendo las dificultades materiales que halló en su existencia,
batalló denodada y noblemente por la causa que significó todo para su
espíritu.
Nació en Sevilla el 10 de noviembre de 1835, y ya con escasos diez años
manifestaba sus inquietudes literarias escribiendo lindas poesías. De
origen extremadamente humilde, trabajó desde muy niña como costurera. Su
padre se había marchado antes que ella naciera y perdió a su madre, su
único familiar, cuando contaba veinticinco años. Conoció la Doctrina Espiritista, luego de
transitar por diversas iglesias católicas y protestantes, en las cuales no
encontraba satisfacción para los requerimientos espirituales de su alma. Un
médico madrileño le obsequió un ejemplar de la revista «El Criterio», órgano
divulgativo de la Federación Espírita Española, y a partir de ahí comenzó a
experimentar un proceso creciente de simpatía e identificación con los
postulados espiritistas.
Publicó en 1872 su primer artículo, al que tituló «El Espiritismo es la
Verdad» en las páginas de «El Criterio», dirigido entonces por el prestigioso
intelectual español Torres Solanot. En 1876 se residenció en Barcelona, en
casa de Don Luis Llach, presidente del Círculo Espírita La Buena Nueva,
catalana, donde recibió un amplio apoyo moral y material. El 22 de mayo de
1879 apareció el primer número de su hermosa revista «La Luz del Porvenir»,
la cual fue inmediatamente suspendido por la autoridad civil, sometida a los
dictámenes del clero, debido al artículo «La idea de Dios» en donde Amalia
refutaba los conceptos antropomórficos de la religión cristiana. La
prohibición era por 42 semanas.
Para burlar la censura, comenzó el mes siguiente a editar otro periódico
bajo el nombre «El Eco de la Verdad», del cual aparecieron 26 números, hasta
que, cumplida la inquisitorial condena, reapareció «La Luz del Porvenir»,
el cual Amalia sostuvo ininterrumpidamente durante veinte años hasta que
las dificultades económicas se impusieron.
Realizó una extensa e intensa labor al servicio del ideal espírita, como
periodista, escritora y oradora, como activa militante del movimiento espírita
organizado, como médium escribiente y directora de sesiones. En varias
oportunidades sostuvo encendidas polémicas con sacerdotes católicos y en cada
una de ellas defendió victoriosamente con su inspirada pluma, las verdades
del Espiritismo.
Probablemente sea ella la escritora espiritista de mayor prestigio. Su vida y
obra ha merecido una importante mención en el «Diccionario Universal Espasa»
donde se resalta que «la nota
característica de sus poesías es la delicadeza
y la sensibilidad». Sus libros son ampliamente conocidos y divulgados en
Iberoamérica, destacando entre ellos los siguientes títulos:
-«Memorias del Padre Germán»
-»Te perdono»
-»Sus más hermosos escritos»
-»EI Espiritismo refutando los errores del catolicismo romano»
-»Ramos de violetas»
-»Hechos que prueban»
-«Memorias».
Esta alma grandiosa desencarnó en Barcelona (España) el 29 de abril de 1909.
Solicitó previamente que su sepelio fuese exclusivamente civil, sin ritos ni
ceremonias y que su cuerpo fuese enterrado en el cementerio libre de la
ciudad.
El lector de sus libros quedará cautivado al tomar conocimiento de sus
elevadas enseñanzas y se identificará con esa tierna y valiente mujer, que
supo elevarse desde su condición de anónima costurera andaluza hasta las más
altas cumbres del periodismo y las letras españolas, venciendo el dolor que
laceraba su cuerpo, haciendo de su prosa y de su verso un dulce canto de
espiritualidad.